Salsa bolognesa



Hoy os traemos una receta facilita pero muy buena, la de la famosa salsa boloñesa o bolognesa, si nos ponemos puristas. 
Es el acompañamiento perfecto para la pasta o como relleno de una lasaña (o lasagna ;)). Eso sí, debéis saber que no es una salsa de tomate al uso, de hecho es una salsa de carne y a eso es a lo que sabe. 
Antes os hemos dicho facilita y es cierto, el único inconveniente de esta salsa es el tiempo de preparación, unas tres horitas más o menos pero no os asustéis, que no hay que estar pendiente todo el tiempo. Lo mejor es hacer mucha cantidad de una sola vez y congelarla porque no pierde nada de sabor y así solucionáis cualquier comida en un momento.
¿Preparados? Pues allá vamos.

¿Qué necesito?

1/2 kg. de tomates maduros
1/2 kg. de carne picada de ternera 
unas hojitas de perejil
1 cebolla pequeña
1 zanahoria grande o dos si son pequeñas
2 dientes de ajo
1 vaso de vino blanco
1/2 vaso de leche (sí, hemos dicho leche)
aceite de oliva virgen
sal
especias al gusto (en este caso yo le he puesto solo orégano y pimienta)

¿Cómo lo hago?

Primero, y mejor la noche anterior para que coja más sabor, ponemos la carne en adobo con un diente de ajo picadito, sal y el perejil picado también. 
Para empezar a hacer la boloñesa, ponemos una olla con un chorro de aceite al fuego y sofreímos la cebolla, la zanahoria y el ajo, que previamente hemos cortado en juliana.  Cuando las verduras estén listas, añadimos la carne y revolvemos para que todo se mezcle bien. Esperamos a que la carne pierda su color rosado y le añadimos el vino blanco. Volvemos a remover y esperamos a que el vino se haya evaporado. Cuando ya no nos huela a alcohol, echamos la leche y vuelta a remover. Esperamos a que la leche hierva y se mezcle bien con la carne.
Es el momento de echar los tomates.  El sabor cambia muchísimo si usamos tomates naturales o si usamos tomates de lata así que os recomendamos los primeros, merece la pena. El único problema es  si os da rabia encontraros la piel del tomate en la salsa. Para evitar eso, lo que tenemos que hacer es congelar previamente los tomates porque cuando ponemos el tomate congelado debajo del agua tibia la piel se saca muy fácilmente.

Cortamos los tomates, aún congelados, en trozos pequeñitos y los echamos en la olla de la salsa. Añadimos las especias y la sal, revolvemos bien y listo, cuando empiece a hervir, tapamos, bajamos el fuego al mínimo y dejamos que se haga la salsa durante dos horas y mientras tanto nos ponemos a hacer otras cosas porque solo necesitamos pasarnos de vez en cuando para remover un poco, no vaya a ser que se nos pegue.

Una vez pasado este tiempo, ya tenemos una salsa buenísima para acompañar cualquier pasta.
Buon appetito!



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