Salsa de tomate casera

Salsa de tomate casera.



Aquí va un básico de la cocina y que siempre estábamos pendientes de publicar pero al final, por un motivo u otro, se iba quedando atrás. 
No podía seguir así porque, si hay un ingrediente que puede cambiar totalmente un plato, ese es una buena salsa de tomate.
Nosotras la hacemos en cantidades industriales y la conservamos porque no andamos muy sobradas de tiempo, sobre todo en invierno.
La verdad es que la diferencia con el tomate frito es tan grande que una vez que la has probado ya no puedes vivir sin ella.

¿Qué necesito?

1 kg de tomates muy maduros / 1 lata de tomate entero pelado
1 lata pequeña de tomate triturado
1 cebolla mediana
1 zanahoria pequeña
Sal
Pimienta
1 cucharadita de orégano
Aceite de oliva virgen extra
1 vaso de agua

¿Cómo lo hago?

La preparación va a depender del tipo de tomate que usemos. Si usamos tomates frescos, lo primero es buscarlos muy maduros. Cuando los tengamos, debemos pensar si nos importa o no que lleven la piel (dependerá de vosotros porque aunque los cocinemos con piel, al final apenas la vamos a notar). 
Si los queremos sin piel, la mejor opción para pelarlos es congelar los tomates y cuando vayamos a hacer la salsa meterlos, aún congelados, en agua hirviendo. Es cuestión de meter y sacar y veréis como la piel se va cayendo prácticamente sola. Por último los cortamos en trozos antes de meterlos en la olla.
Si no nos importa que lleven piel, solo tenemos que lavarlos y cortarlos en trozos pequeños. Como serán tomates maduros, seguramente se os despachurren pero nos da igual, eso sí, no desperdiciéis el agua que vayan soltando al cortarlos.
Esta salsa lleva el doble de tiempo pero el sabor es espectacular.
Si usamos tomate de lata, el sabor no será como con el fresco pero la salsa estará también buenísima. Además de llevar la mitad de tiempo.
Los tomates de lata también debemos picarlos en trozos pequeños (otra opción puede ser comprarlos ya troceados).
Una vez elegido el tipo de tomate que vamos a usar, el resto de la receta es básicamente la misma para todos.
Empezamos picando la cebolla en trozos de un tamaño medio y la sofreímos en una olla con un fondo de aceite. 


Pelamos y picamos la zanahoria en rodajas finas y la añadimos a la cebolla. A fuego medio rehogamos todo y cuando las verduras estén blanditas, añadimos el tomate (fresco o de lata) troceado con sus jugos. Añadimos también el tomate triturado (si os preguntáis por qué usamos tomate triturado, la respuesta es simple: para dar color. Si no lo ponemos, la salsa estará igual de buena pero no teñirá tanto) y el vaso de agua.


Salpimentamos y aderezamos con el orégano (si preferís otra especia como tomillo o romero, podéis sustituir el orégano por cualquiera de ellas. Si preferís no usar ninguna, tampoco hay problema).
Cuando levante hervor, bajamos el fuego. En el caso de los tomates frescos, los dejamos cocer, tapados, a fuego bajo (al menos hasta que los tomates hayan soltado suficiente agua) durante, al menos, dos horas. 
En el caso del tomate de lata, lo cocinaremos, tapado, durante una hora, dejándolo a fuego medio para que haga chup chup.
Durante el tiempo de cocción, revolveremos la salsa de vez en cuando y vigilaremos que no se seque. Si se queda sin agua, añadimos más. Antes de apagar el fuego, comprobamos la sal.


El último paso es batir la salsa. Aquí también tenéis dos posibilidades: batidora o pasapuré. El resultado con el pasapuré es mejor pero también da más trabajo así que la decisión es toda vuestra.
Cuando tengamos la salsa lista y si no la vamos a consumir toda, lo mejor es conservarla en botes al vacío y así, cuando nos haga falta, solo tenemos que abrir uno y listo.
De la suegra de una amiga, saqué la idea de usar botes pequeños de zumo. Es la medida perfecta para una comida para dos personas.
Para conservar la salsa de este modo, la vertemos en los botes (que habremos esterilizado) cuando aún esté muy caliente. Los cerramos y colocamos boca abajo hasta que la salsa esté completamente fría. Al darles la vuelta veremos que si pulsamos en la tapa esta no se mueve. Eso quiere decir que se ha hecho el vacío dentro.
Y listo, ya tenemos una salsa de tomate casera y buenísima lista para consumir cuando la necesitemos.





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