Buñuelos de viento

Receta de buñuelos de viento.

Lo mejor que tienen las fiestas españolas es que todas vas acompañadas de su dulce típico. Así que puedes celebrar o no la fiesta en cuestión, pero lo que no te puedes perder es su repostería, porque suele ser de lo mejor de la tradición dulce. Y hoy, como no, no os podíamos traer otra receta que esta tradicional del día de Todos los Santos que son los buñuelos de viento. Unos pequeños bocados rellenos de crema pastelera que desaparecerán tan rápido como caramelos en una fiesta de cumpleaños.

¿Qué necesito?
120 gr de harina
4 huevos
140 gr de agua
60 gr de leche
100 gr de mantequilla
2 cucharadas de azúcar
sal
ralladura de limón o naranja
aceite de girasol para freír
crema pastelera para rellenarlos
azúcar para decorar

¿Cómo lo hago?


Para hacer la masa de los buñuelos, vamos a preparar una pasta choux como la de los profiteroles, pero aromatizada con ralladura de limón o naranja. Lo más difícil de esta pasta es conseguir la consistencia adecuada pero si seguimos los pasos a raja tabla, no habrá problema.

Ponemos en un cazo, el agua, la leche, el azúcar, la sal, la ralladura y la mantequilla cortada en trocitos. Lo mantenemos al fuego hasta que se derrita la mantequilla, sin dejar que rompa a hervir para que no se nos evapore el líquido. Retiramos el cazo del fuego, añadimos la harina de una sola vez y removemos con una cuchara de madera hasta que se forme una bola de masa lisa. Volvemos a llevar el cazo al fuego y removemos la bola para que se cocine la harina, hasta que se forme una fina película en el fondo y veamos que la bola se despega del cazo. Retiramos del fuego la masa y esperamos un cuarto de hora hasta que esté templada.


Transcurrido este tiempo, vamos a añadir los huevos uno a uno a la masa. Añadimos el primer huevo y removemos con la cuchara de madera hasta que se integre bien en la masa. Seguidamente, añadimos el segundo huevo y veremos como la masa va adquiriendo una consistencia cada vez menos densa. Así hasta el último huevo. Lo importante con esta masa, es no pasarse y que quede en el punto justo. Por eso, os recomiendo que el último huevo lo agreguéis poco a poco porque quizás no lo necesitéis todo. La masa estará lista cuando tenga una consistencia firme pero lo suficientemente floja como para que al levantar la cuchara caiga. Ahora que está lista dejamos reposar la masa una media hora.


Ahora que tenemos la masa preparada, queda formar los buñuelos y freírlos. Para hacer las bolas existen dos métodos, podéis usar el que os resulte más fácil. El primero, es llenar una manga pastelera con la masa e ir presionando y sacando bolas. Para que resulte más fácil y no se nos pegue la masa, es recomendable mojar en agua los dedos. El segundo, el de toda la vida, es formar las bolas de masa con ayuda de dos cucharillas, que también es recomendable ir mojando en agua. Sea cual sea el método que elijáis, solo tenéis que ir formando las bolas que no tienen que ser perfectas, porque la masa hincha en el aceite y eso les da la forma redondeada final.


Según vamos formando las bolas, las echamos en la sartén con el aceite de girasol ligeramente caliente. Atención porque el aceite no tiene que estar muy caliente, así que yo lo que hago es formar las bolas y echarlas con la sartén fuera del fuego (pero con el aceite ya caliente) y una vez echo todas la bolas vuelvo a poner la sartén al fuego. Si lo hacéis bien, veréis como según vais echando las bolas de masa, estas salen hacia la superficie y comienzan a hincharse. Normalmente, ya se van girando solas y se doran uniformemente, pero puede que tengáis que echarle una mano a alguna de ellas con ayuda de una espumadera. Cuando estén listas, las sacamos y las colocamos en un plato con papel de cocina para que absorba el excedente de aceite.


Nuestros buñuelos están casi listos. Ahora solo queda rellenarlos con crema pastelera (receta aquí) con ayuda de una manga pastelera, que es el relleno tradicional pero si lo preferís también podéis rellenarlos con nata, chocolate, etc. Y el toque final, rebozarlos en azúcar que puede ser azúcar normal, azúcar glas, azúcar mezclado con canela... como más os guste. Y ya tenemos nuestra receta tradicional de todos los santos lista para ser devorada.




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